En A un clic de las TIC hemos abordado en numerosas ocasiones el tema de la transformación digital de la sanidad y los importantes beneficios que puede acarrear a la sociedad por la mejora en los procesos de atención, como por ejemplo los relacionados con los pacientes crónicos, o las sinergias entre prevención y sanidad conectada.
En esta ocasión he querido traer al debate las interesantes opiniones de Jaime del Barrio Seoane, presidente de la Asociación Salud Digital.
-Según datos del ‘IV Barómetro EsCrónicos 2017‘ del pasado mes de junio cada vez es más evidente la necesidad de cambios importantes en el sistema sanitario para abordar problemas como el envejecimiento de la población o la mayor prevalencia de las enfermedades crónicas que incrementan el gasto sanitario de manera creciente, así como para afrontar la propia integración de un sistema sanitario como el español, fuertemente descentralizado. Desde la Asociación Salud Digital ¿cómo pensáis que pueden ayudar las TIC a afrontar estos difíciles retos?
-Nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) fue concebido hace más de treinta años para dar respuesta a la salud y a la enfermedad en un contexto muy diferente al actual. La prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades, así como el concepto de salud eran los que eran y el modelo se articuló en base a procesos agudos y, en muchos casos, sin respuesta. En este momento, la expectativa de vida se ha incrementado en más de veinte años en relación con nuestros abuelos, y el diagnóstico y el tratamiento han cambiado tanto que enfermedades de pronostico fatal a corto plazo han pasado a ser crónicas. La población a la que atiende el SNS es mucho mayor, lo hace durante más tiempo y precisa de mayores recursos. Todo esto ocurre además en un escenario de contención económica y, por tanto, también de un menor número de profesionales sanitarios y sociales.
Mantener todo esto es literalmente imposible, y mucho menos podemos seguir avanzando y disfrutando de los innovadores avances en elementos diagnósticos y terapéuticos, si no es haciendo las cosas de manera diferente a como se ha venido haciendo. Hemos llegado hasta aquí, que no es poco, con índices óptimos (aunque no tanto como nos gusta alardear) y de ello hemos aprendido. Pero, como digo, ante una situación distinta hay que actuar de manera diferente. Es la necesaria innovación de la que tanto se habla.
Y en este escenario aparecen las TIC, que son nuestro mejor aliado, porque en base a ellas podremos articular el SNS que ahora y en un futuro inmediato se necesita. Para ello hemos de afrontar de manera urgente la transformación digital del sector salud. Y no estoy hablando exclusivamente de la tecnología; me refiero principalmente a un cambio cultural, de nuestros profesionales sanitarios y nuestros gestores y sobre todo responsables políticos. Porque los pacientes y la población en general ya están en ello.
Al SNS se le supone “único”, pero la realidad es que está atomizado. No es equitativo en el acceso por mucho que se diga, y la solución no pasa por centralizarlo de nuevo sino por la interconexión, la interoperabilidad, la usabilidad… Si realmente nos importa el paciente como a todos nos gusta decir, urge ponerse manos a la obra, y esto pasa por aplicar ya el potencial de las nuevas tecnologías.
-¿Y cuál es la forma idónea de abordarlo desde el punto de vista de la Asociación?
La transformación digital en salud debe partir de una visión holística de la misma. Ha de ser integral, transversal y vertical al mismo tiempo. Es algo que nos afecta a todos sin distinción y en ello hemos de trabajar, pero las decisiones de priorizar, destinar recursos y hacerlo posible solo competen en principio a quien tiene competencias para ello.
Digo, en principio, porque soy escéptico -visto el panorama que nos rodea- respecto a que los responsables políticos vayan a darle el impulso necesario, hasta conseguir la velocidad de crucero que nos saque de la situación en la que nos encontramos, muy lejos de la conseguida por otros sectores menos estratégicos que la salud, pero que han entendido antes que esto de la transformación digital no es una moda pasajera ni una opción. Simplemente hay que estar y bien, porque de lo contrario se está fuera. Creo que, en este tema, como en otros, será la sociedad civil, y en este caso concreto los pacientes, las personas y entidades sensibles a ello, quienes impulsen la transformación digital en salud, que necesitamos hoy mejor que mañana.
Cualquier sistema sanitario y social que aspire a mantenerse entre los mejores del mundo debe contar con la visión y la determinación necesaria para introducir las nuevas tecnologías y los cambios que implican en los tradicionalmente poco flexibles sistemas sanitarios y sociales.
El valor, y no los costes, es la única meta que puede aunar los intereses de todos los agentes implicados. Mejorar el valor es la única solución real para reformar el cuidado de la salud en vez de traspasar los costes a los pacientes, restringir los servicios, o reducir la compensación del proveedor. Esto hoy en día ya no es posible sin contar en toda su extensión con las nuevas tecnologías.
–Y respecto al empoderamiento del paciente, ¿cómo puede favorecerlo las TIC y no generar rechazo por la “deshumanización” en las relaciones entre profesionales sanitarios y pacientes que algunos ven?
Existe controversia con el término empoderamiento, pero todos entendemos lo que significa y estamos de acuerdo en que una mayor formación y conocimiento de la enfermedad por parte del paciente hoy en día es indiscutible y deseable: por él, por su entorno y por el sistema sanitario. Otra cosa es cómo conseguirlo, y hay cada día más innovadoras experiencias en las que las TIC juegan un papel vertebrador.
Al hablar de empoderamiento hemos de hablar también de transparencia. En nuestro sistema sanitario sigue pendiente una mejora cualitativa y cuantitativa de todo lo que se refiere a transparencia de servicios, de centros, de profesionales, de resultados, de datos en definitiva. Se nos llena la boca hablando de la libre elección de profesional sanitario y centro, cuando la realidad sigue teñida de una densa opacidad que nos impide ver y comparar. Y, por tanto, la libertad de elección no deja de ser un deseo, que esperamos ver cumplido más pronto que tarde.
La implicación del paciente es un factor crítico para mejorar la adherencia a un tratamiento. Una vez conseguido el empoderamiento del paciente, está en condiciones de incrementar su autogestión. Para ello es básico que el paciente comprenda su enfermedad y se comprometa con el tratamiento prescrito, tanto en lo que respecta a la medicación como a las indicaciones sobre hábitos y estilos de vida (ejercicio, alimentación, autocuidado).
Actualmente las nuevas tecnologías posibilitan y facilitan esta autogestión. La implicación de las personas y de los pacientes en la toma de decisiones y el fomento de las actuaciones de las asociaciones y escuelas de pacientes se presentan como iniciativas clave para facilitar la transición hacia un paciente activo, más responsable, informado y comprometido con la gestión de su salud y de su enfermedad y con el tratamiento prescrito.
Prácticamente el 90 por ciento de la población puede beneficiarse de las oportunidades que ofrecen las tecnologías móviles, con un coste relativamente bajo. Así, su generalización podría reducir el coste sanitario per cápita en Europa un 18 por ciento, y hasta un 35 por ciento en el caso de los pacientes crónicos.
La innovación y la tecnología móvil permiten a los profesionales sanitarios y a los pacientes acceder de un modo rápido y sencillo a gran cantidad de información, plataformas de comunicación o sistemas de recordatorios y alertas, entre otros. Así, herramientas como las aplicaciones móviles y los recursos web son instrumentos de gran utilidad para avanzar en mejoras de la adherencia, especialmente en aquellos pacientes con accesibilidad o familiarizados con las nuevas tecnologías.
La implantación de las TIC en el SNS ha supuesto un cambio en el paradigma de la atención sanitaria. Dentro del ámbito de las nuevas tecnologías asociadas a la salud, la conocida como salud móvil o mHealth está adquiriendo un papel cada vez más protagonista con más de un centenar de miles de apps de salud actualmente disponibles.
He tenido oportunidad de preguntar a pacientes crónicos de edad avanzada si el uso de la tecnología les restó calidad de vida, se sintieron aislados o desconectados de su profesional sanitario (médico, enfermera…) y todos, sin excepción, manifiestan que ha ocurrido lo contrario. Manifiestan que les ha ayudado a estar “más cerca” de los profesionales y de su familia, e incluso hablan de mejoras en su calidad de vida y exteriorizan emociones como la seguridad y la cercanía que les proporciona estar conectados. Hasta señalan que, al tener ya los datos en tiempo real, las revisiones presenciales se humanizan más, por paradójico que pudiera parecer.
-Si hablamos de las tecnologías de la información que se están aplicando (HIS, EHR, RPM, PHM, RTLS, RWE y demás siglas) ¿cuáles piensas que son las más prometedoras? ¿Y las que se podrán desplegar con mayor facilidad?
No me preocupa tanto cuáles, sino para qué, cuándo… ¡Vamos tarde! Si nos centramos en nuestro sistema sanitario, aunque hablamos del Sistema Nacional de Salud como único, la realidad es que son diecisiete más dos ciudades autónomas, con diferentes sistemas, procesos… en los que todavía la gestión avanzada de datos y el big data, deseables y desarrollados en otros sectores, en este momento adolecen de la necesaria conectividad, interoperabilidad y, por tanto, usabilidad.
Baste un ejemplo: cada año más de cuatro millones de pacientes del SNS reciben atención médica en un servicio regional de salud diferente al de su lugar de residencia. Y ello significa que en el receptor se le repiten al paciente todo tipo de pruebas con la ineficiencia que supone. Pero lo que es más grave aún si cabe es que esta situación de desconexión e ineficiencia entre centros sanitarios se da diariamente entre centros de los mismos sistemas regionales de salud.
La nuevas tecnologías son nuestras aliadas pero, eso sí, hemos de saber hacer la pregunta adecuada en el momento preciso para encontrar la solución a nuestros problemas.
-Presenciamos la aparición de muchas iniciativas y “pilotos” que nos acercan a lo que será el futuro de la sanidad digital, pero ¿existen realmente planes de calado que, en el medio plazo, vayan a conseguir esta transformación digital?
-¡Ya está bien de “pilotos”! Hemos de avanzar más rápido y sin dudarlo. Ya hay experiencias de sobra conocidas y validadas y, por otro lado, necesidades concretas, que hoy tendrían que estar resueltas con el grado de conocimiento, desarrollo y experiencia existentes.
No nos constan planes de calado en este sentido y sí multitud de iniciativas aisladas que por sí solas no conseguirán dar al sector el impulso que necesita. Hemos de tener una visión global, porque global es de lo que estamos hablando.
-¿Estamos avanzando realmente en la transformación o tan sólo rascando la superficie del problema?
-No, no estamos avanzando al ritmo e intensidad que deberíamos, entre otras razones porque precisamente la transformación digital en el sector salud no es un problema, y sí es la solución a muchos de sus problemas estructurales. Pero sus responsables no acaban de enterarse (o así lo parece).
La mayoría de iniciativas y planes puestos en marcha hasta ahora no pasan de ser meros ejercicios voluntaristas sin recorrido.
-Ya llevamos varios años hablando de transformación digital de la sanidad y no está claro que esté despegando. Si nos referimos a las barreras ¿cuáles con las principales y cómo podrían superarse?
-Llevamos demasiado tiempo hablando de ello y seguimos en el vagón de cola en comparación con otros sectores, cuando salud ha sido históricamente el más innovador. Pero esto de las nuevas tecnologías, y en concreto las TIC, provoca una especie de urticaria entre los sanitarios.
La principal barrera es la resistencia al cambio y la falta de formación específica. Seguimos impartiendo la misma formación desde hace muchos años cuando las cuestiones que hay que resolver son muy diferentes y tenemos recursos para dar la respuesta adecuada en el momento preciso, y el paciente y la sociedad en general lo saben.
La única manera de superar nuestras reticencias y el atraso es el cambio cultural necesario para ello. La salud digital no solo es cuestión de aparatos, sistemas o procesos. Requiere una actitud que, paradójicamente, hemos asumido en nuestra vida privada y nos resistimos a ella en la vida profesional. Y para eso es necesario, en este momento, un liderazgo fuerte.
La transformación digital en el sector salud precisa ¡ya! de decisiones integrales al más alto nivel, lideradas desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que sí que tiene competencias para ello, apoyado por otros miembros del Gobierno como el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, y el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, entre otros.
-¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de España respecto a otros países de su entorno en cuanto a su grado de adopción de tecnologías de transformación digital de la sanidad?
-Tenemos la capacidad, tenemos la tecnología, profesionales, experiencia, soluciones… solo nos falta remar todos en el mismo sentido. ¡Casi nada!
Falta que la mayoría del personal sanitario, investigadores, asistenciales, gestores… se lo crean y todos juntos, más otros nuevos profesionales, trabajemos en equipo para aportar soluciones globales a problemas locales apoyados por las nuevas tecnologías y las TIC.
Con relación a países de nuestro entorno en unas cuestiones estamos mejor y en otras peor, pero debe motivarnos liderar esta transformación, ya que tenemos los mimbres para ello, si bien hemos de superar barreras que lastran dicha transformación.
-En cuanto al big data aplicado a la sanidad, ¿crees que puede provocar una nueva brecha similar a la de países ricos/pobres, pero en cuanto a conocimiento?
.Indudablemente, por eso es fundamental el liderazgo y la visión holística del tema. Otra cuestión diferente es quién extrae, almacena, usa… aporta valor de los datos.
La gestión de los datos en salud es vital. Somos el mayor generador de datos (lo saben bien las grandes empresas tecnológicas) y su potencial futuro es desconocido; pero se nos antoja descomunal y ya podemos visualizar en este momento por donde irá a corto plazo. Es urgente establecer reglas de juego transparentes y en línea con las tendencias internacionales.
Imagen: David Fresneda Ruiz