El pasado mes de noviembre veía la luz el “Termómetro sobre la madurez digital del sector salud”, un análisis elaborado por el equipo de Health&Life Sciences de la consultora Ernst&Young, en el cual participa Jaime del Barrio, presidente de la Asociación de Salud Digital, al que ya entrevistamos en este blog. El objetivo del estudio era medir el grado de madurez digital de las entidades sanitarias españolas, mediante entrevistas a numerosos directivos de sistemas de información y CIO de servicios de salud, tanto públicos como privados.
Entre los principales datos que aporta el informe está el porcentaje de organizaciones sanitarias que cuenta con un plan de transformación digital: un 67 por ciento de las entidades privadas cuentan con él, mientras que el porcentaje desciende a un 27 por ciento en las entidades públicas.
Es una realidad conocida y, en mi opinión, las cifras reflejan una tendencia positiva, especialmente en lo referente a las entidades públicas, ya que hasta hace poco tiempo era norma general la carencia tanto de una estrategia de este tipo como de iniciativas concretas, salvo en contadas comunidades autónomas. Y también es un hecho que las entidades privadas, sobre todo aseguradoras y prestadores, están “poniéndose las pilas” con numerosas iniciativas, como las de Quirón Salud (Portal del paciente), Sanitas (Blua) o DKV (Quiero cuidarme).
Esta existencia o carencia de una estrategia de transformación digital lleva a considerar otros dos elementos clave en la madurez digital del sector salud: la medición de las iniciativas y la disponibilidad de personas para llevarlas a cabo. En este ámbito, el informe recoge estadísticas demoledoras en lo que a la sanidad pública se refiere, ya que:
- En lo relativo a la medición del retorno de las inversiones de las iniciativas de transformación digital, ninguna entidad pública afirma tenerla, frente a la sanidad privada que afirma tenerlo en el 50 por ciento de los casos (porcentaje que me parece, en cualquier caso, bajo, habida cuenta de que son empresas privadas, muchas veces cotizadas, que deberían ser capaces de rendir cuentas de la rentabilidad de las inversiones que realizan).
- En cuanto a la existencia de la figura de un director de transformación digital o chief digital officer, ninguna entidad pública manifiesta tenerla, frente a un 33 por ciento de las privadas que sí cuenta con este cargo.
Cuando se les pregunta a los directores de sistemas de información acerca de la introducción de metodologías agile en el entorno sanitario, tema del que ya escribí, encontramos resultados opuestos al anterior. En este caso el 83,3 por ciento en el ámbito privado y el 81,8 por ciento en el ámbito público afirman que se está haciendo. Aun así, mucho me temo que estos indicadores positivos están relacionados principalmente con la introducción de metodologías agile de desarrollo software e implantación de proyectos en el ámbito de las inversiones en tecnología de los prestadores (es decir, aquello que se compra fuera de la organización) y no con la transformación de los procesos internos de las entidades sanitarias a un enfoque lean (es decir, aquello que se hace dentro y no es principalmente tecnológico).
El informe sobre madurez digital del sector salud también incorpora un ranking de adopción de tecnologías en los ámbitos público y privado. Lidera la clasificación con claridad IoT en alguna de sus múltiples facetas, con porcentajes de 90,9 por ciento en el ámbito público y 83,3 por ciento en el ámbito privado. Lo que el informe no aclara es el tipo ni el grado de adopción de estas tecnologías. Creo que no me equivoco al pensar que, salvo en contadas excepciones, por desgracia, aún se trata de pilotos en casi todas las organizaciones sanitarias y los proyectos a escala siguen brillando por su ausencia.
En el ranking, a IoT le sigue big data, con un 33,3 por ciento en el ámbito privado y un 18,2 por ciento en el público. Y, a continuación, ya con el sector privado en solitario, el marketing digital con un 50 por ciento de adopción y la automatización de procesos (RPA) con un 33 por ciento.
Por último, el informe señala las principales barreras y palancas en la transformación digital de la sanidad:
Entre las primeras, se mencionan cuestiones regulatorias y legales, bagaje de las iniciativas anteriores y barreras culturales. Y, entre las principales palancas, la madurez de la tecnología y decisiones políticas o estratégicas.
Personalmente, difiero. Si tuviera que hacer un ranking propio, pondría en primer lugar sin ambages el cambio cultural como principal barrera de todo proceso de transformación digital y, en segundo lugar, especialmente en el ámbito de la sanidad pública, colocaría las decisiones políticas y estratégicas, que suelen caracterizarse por su cortoplacismo, cuando no por su inexistencia en este ámbito.
Como conclusiones y diagnóstico del estado de la madurez digital del sector salud, el informe establece:
- La existencia de carencias en el enfoque estratégico, especialmente en lo referido a las Comunidades Autónomas.
- La insuficiencia de medios para capturar el valor de los datos que ya se están generando.
- La incertidumbre legal y regulatoria que traba el desarrollo de las iniciativas.
Y termino con un dato de interés del estudio, que me gustaría destacar. Muchas veces hemos comentado el tsunami poblacional al que la sanidad española se enfrenta: población cada vez más envejecida y cronificación de las enfermedades que está llamada a disparar exponencialmente la demanda de servicios sanitarios en los próximos 25 años. Pero el documento cita otro tsunami muy relevante: el de los datos: “Se estima que en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados en el mundo y que el volumen de datos generados en el sector sanitario crecerá a ritmos del 48 por ciento anual.” Se trata de otro reto espectacular para la sanidad, si bien hay que modular la alarma, ya que se trata tanto de una amenaza como de una oportunidad, y en este caso, gracias a Dios, es más posible contener la amenaza a base solo de tecnología.
Imagen: Daniel Dionne