Puede resultar chocante trasladar la gestión Lean del entorno de la fabricación a un ámbito tan especial como el de la salud, pero si entendemos la problemática y las dimensiones que están en juego: los costes, la calidad, el bienestar de las personas, y que la sanidad es a la vez ciencia y proceso, los métodos ágiles en salud cobran sentido.
De ahí que hace unas semanas, en el ámbito del Executive-MBA que estoy cursando en el Instituto de Empresa, Felipe Quintana, profesor de la asignatura de Dirección de operaciones, me retara a realizar una presentación Pecha Kucha sobre la aplicación de Lean for services al mundo de la salud -lo que se ha venido denominando Lean for healthcare. En el post de hoy recojo algunas de las conclusiones de este trabajo, en el que traté de responder a cuatro preguntas: por qué Lean, dónde usarlo, qué herramientas utilizar y cómo, además de incluir algunos ejemplos para que se entienda mejor su aplicación.
Por poner la sanidad española en contexto, nos encontramos ante un sistema sanitario fundamentalmente público, de muy buena calidad. Sus costes están por debajo de la media europea, e indicadores clave como la mortalidad tratable arrojan resultados excelentes respecto a los países de nuestro entorno. Pero si observamos la pirámide de población española y su evolución prevista para 2030 y 2050, encontramos que los bajos índices de natalidad y una creciente esperanza de vida van a hacer que la población de mayor edad gane porcentaje en la distribución poblacional. España está envejeciendo.
Por otro lado, si analizamos el gasto sanitario a lo largo de la vida de los individuos, aunque con cierta dispersión por comunidades autónomas, se observa que se concentra a partir de los 65 años. Los jóvenes generan poco gasto al sistema y son las personas mayores los pacientes caros.
Si multiplicamos cada tramo de edad por el coste correspondiente para los distintos escenarios de la pirámide de población, y hacemos la integral, se obtiene una buena aproximación al coste sanitario total presente y futuro. Mientras que el PIB, con sus ciclos, puede crecer de forma lineal, la curva de crecimiento del coste sanitario se aproxima más a una exponencial, y amenaza con desbordar cualquier presupuesto nacional, haciéndose insostenible. El sistema sanitario público español tiene, por tanto, un grave problema de sostenibilidad a medio plazo. De ahí la necesidad de un nuevo paradigma que debe incluir nuevos métodos de prestación de los servicios como Lean y la adopción de las nuevas tecnologías para aprovechar las oportunidades de la sanidad digital, como parte de la solución, junto a una decidida actuación de las administraciones públicas que salve nuestro excelente sistema sanitario.
También hay que tener en cuenta que, pese a lo que se pueda pensar, los cambios en los procesos asistenciales se pueden valorar en términos de coste-eficiencia. Los resultados de las innovaciones sanitarias se suelen medir en QALY, que mide el coste de proporcionar a un paciente el equivalente a un año de salud perfecta. Pero, hoy en día, se trata de llegar más allá, porque los pacientes reclaman que la digitalización y la cercanía que obtienen de servicios como la banca o el turismo se trasladen también al ámbito sanitario. Nos aproximamos al concepto de experiencia de paciente o healthcare patient experience.
Una vez centrado el tema, estos son los cuatro lugares que considero clave a la hora de aplicar Lean a la sanidad: el primero y más obvio es el hospital, allí está el grueso de los recursos sanitarios. También los centros de salud, como punto de contacto más habitual del ciudadano con la sanidad. Y dos grandes olvidados: el hogar, donde la asistencia sanitaria puede aportar mucho valor a determinados pacientes con problemas de movilidad, y el espacio socio-sanitario, que trata de dar una respuesta integral a los colectivos en situación de fragilidad.
Respecto a las herramientas Lean que considero que pueden aportar valor a un servicio como el sanitario son varias. Por ejemplo, ante el incremento de la demanda que mencionaba, la racionalización del uso de espacios en hospitales y centros de salud es fundamental y aquí las nuevas tecnologías y KANBAN pueden resultar de gran ayuda. Al tratarse de la prestación de servicios con un alto componente humano, el factor de compromiso de los profesionales es crítico. La simplificación de los procesos y la limpieza y organización de los espacios de trabajo son también clave para la consecución de un óptimo desempeño. Otro planteamiento muestra los principios Lean que aplican a la sanidad, como se hace en este artículo, entre los que destaco la actitud de mejora continua, propio de la ciencia médica, y el respeto por la gente que hace el trabajo, que debe darse hacia los profesionales sanitarios.
Como caso de éxito de Lean aplicado al entorno sanitario está el del Sts. Mary and Elizabeth Medical Center. Este centro es un referente en la aplicación de herramientas Lean como la revision sistemática, estandarización y simplificación de los procesos, a lo que denominan breakthrough rapid improvement event.
También es posible combinar servicios TIC con herramientas Lean para optimizar los procesos en la prestación de servicios sanitarios. Una iniciativa que permite optimizar los procesos del hospital con la ayuda de la tecnología es la trazabilidad de pacientes. Mediante unas pulseras bluetooth, que se ponen a los pacientes al ingresar, estos permanecen localizados en todo momento. Así, servicios como urgencias o quirófano pueden trazar de forma exacta el itinerario de los pacientes a lo largo del proceso, obtener métricas y diseñar mejoras de una manera visual. Adicionalmente, se puede ofrecer a los familiares información en tiempo real que les permite saber dónde está el paciente en cada momento y ayuda a reducir su ansiedad.
De la misma forma, para trasladar los principios Lean a la prestación de los servicios de salud en el hogar, la gestión remota de pacientes (de la que Telefónica tiene interesantes referencias como el proyecto AtlanTIC) puede jugar un papel relevante. Con la gestión remota de pacientes, estos reciben en su domicilio unos aparatos de biomedida y una tableta conectada para que puedan, en el día a día, tomarse la tensión y otras medidas, rellenar cuestionarios, recibir recordatorios sobre su medicación y mensajes sobre hábitos de vida compatibles con su enfermedad. Al otro lado, los profesionales reciben toda la información y pueden intervenir tempranamente en caso de un empeoramiento, bien por videoconferencia o presencialmente. Hay múltiples evidencias de su eficiencia, como ya hemos visto en este blog.
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