Durante estos días no dejo de leer en los medios reflexiones sobre la necesidad de incorporar herramientas digitales a la lucha contra la pandemia del COVID-19. Entre ellas, la acertada observación de Julio Lorca, compañero en la junta directiva de la Asociación de Salud Digital. Se pregunta “por qué no se está organizando desde los poderes públicos y la iniciativa privada un uso radical de la telemedicina ante una situación como ésta”. En estos momentos es necesario un modelo sanitario mejor.
Hay muchos casos de uso ya en marcha, como app desarrolladas en tiempo récord para la autoevaluación y consejo al paciente. También se están tratando de desempolvar varios pilotos de telemedicina preexistentes en las administraciones públicas para su aplicación acelerada y probablemente poco consistente.
No hay transformación digital por arte de magia
A partir del artículo de Julio, quiero continuar con su reflexión con esta pregunta: ¿Podemos pensar que de la noche a la mañana es posible la transformación digital de la sanidad para combatir la pandemia? Rotundamente no.
Llevamos años insistiendo en esta necesidad, todo hay que decirlo, con poco éxito. Ahora no puede lograrse por arte de magia. Debemos entender la realidad actual como lo que es: una situación de guerra, como bien dice mi amigo, el doctor Manuel Ollero.
Los escenarios bélicos no son el marco de la transformación digital. Ésta no deja de ser un profundo cambio sistémico en la manera de producir y entregar productos y servicios en busca de la simplificación y optimización mediante el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones. La transformación digital modifica los procesos habituales existentes -básicamente el business as usual- de una manera radical. La transformación digital somete a las organizaciones y a las empresas a un grado de estrés importante, ya que las obliga a repensar radicalmente su forma de hacer las cosas, pero no las que se hacen en tiempos de de guerra, sino las normales.
El día después de la sanidad
Hoy estamos en el campo de batalla intentando cosas distintas de las habituales. No quiero negar a la guerra su potencial transformador. La contienda tiene muchas cosas malas y, entre ellas, alguna buena como la mencionada. Cuando la ganemos (nadie duda de eso) nos habrá servido de laboratorio para desarrollar herramientas y probar experiencias que habría costado mucho más poner en marcha en tiempos de paz. Pero no nos equivoquemos: en el tema que nos ocupa, es el día después lo importante. Lo vivido debe servirnos para usar las herramientas disponibles para construir un modelo sanitario mejor.
Una sanidad más eficiente y digital
¿Vamos a entender las lecciones aprendidas y a invertir, cuando todo esto haya pasado, en una sanidad nueva, más potente, eficiente y digital? ¿O nuestros políticos se enzarzarán en una interminable tertulia para dirimir responsabilidades y se olvidarán de poner en marcha un plan realmente transformador que nos prepare para el futuro (y, de paso, para la siguiente pandemia)? Se trata de crear una sanidad menos reactiva y más escalable: por ello hay que abogar desde todos los ámbitos.
Juntos en una batalla que vamos a ganar
Pero mientras expresamos nuestros temores, todos debemos poner de nuestra parte para ganar esta batalla cuanto antes. Telefónica lo hace manteniendo las redes y servicios de comunicaciones en un estado óptimo frente al incremento de su uso, dotando a las infraestructuras de emergencias de todo lo necesario para su comunicación, participando en el desarrollo de aplicaciones como la de autoevaluación de la Comunidad de Madrid, donando material y recursos económicos allí donde se necesitan y con el incremento gratuito de sus servicios a familias y empresas
Al otro lado del ecosistema, numerosas empresas y startups también han puesto a disposición de las instituciones públicas y privadas su tecnología ya existente, como armas en un arsenal para la batalla: Tunstall, Docline, SaludOnNet, iSalud, ti.care, WeDoctor, opensalud… Usémoslas, probémoslas y aprendamos. Y pensemos que en el mañana podremos construir un modelo sanitario mejor.
Imagen: James García