La tecnología que nos acompaña a diario y la salud digital: su potencial

Ya antes de la pandemia un compañero escribía acerca del concepto smartborg para referirse a la simbiosis cada vez mayor que se da entre las personas y la tecnología. El COVID-19 ha supuesto que las TIC cobren aún mayor protagonismo en nuestras vidas. Han sido el cordón umbilical para comunicarnos con nuestros seres queridos, desempeñar nuestro trabajo e incluso relacionarnos con los servicios de salud.

La eSalud ha experimentado un impulso, sobre todo a través de la tecnología móvil y dispositivos auxiliares como los wearables. Aun así, poco o nada se ha avanzado en estos dos últimos años en cuanto a su uso en el cuidado de las personas con enfermedades. Mayoritariamente tan solo se ha utilizado como canal de comunicación.

Se está desaprovechando, por tanto, su potencial. En general, podemos decir que la tecnología que nos acompaña sabe mucho sobre nosotros.

Dispone, por ejemplo, de datos demográficos básicos como nombre, edad, género, nacionalidad…, datos de localización (la actual pero también dónde trabajamos, vivimos o solemos ir de manera frecuente y esporádica). Conoce quiénes son nuestros amigos, conocidos y compañeros de trabajo y los mensajes que nos cruzamos con ellos, nuestro historial de navegación en Internet y contenidos que compatimos en redes sociales. Incluso, en función de las compras que hacemos, tiene información sobre el estado de nuestras finanzas.

Dispone también de mucha información sobre nuestros hábitos de vida, y sobre cómo estos cambian, de forma paulatina o abrupta.

En los últimos cinco años, además, la tecnología ha dado un salto cualitativo impensable hace unos años. Big data, la inteligencia artificial, machine learning y  deep learning permiten obtener insights valiosos tanto desde un punto de vista individual como agregado a partir del tratamiento de grandes volúmenes de datos y la aplicación de algoritmos.

Los algoritmos saben más de nosotros que nosotros mismos

Algunas personas, entre ellas Yuval Noah Harari, uno de mis escritores favoritos y, en mi opinión, uno de los pensadores más importantes de nuestro tiempo, considera que esto es un peligro. Maneja el concepto de “hackear al ser humano”, que para él significa que los algoritmos tienen ya la potencialidad de descubrir cosas sobre nosotros que ni nosotros mismos sabemos. Mi opinión personal es que a Harari no le preocupa necesariamente el hecho de darle una serie de datos a un algoritmo y que de vuelta éste le diga algo que no sabía de sí mismo. Lo que teme es que el algoritmo se lo diga a otro, probablemente al dueño del algoritmo o a quien le compre esa información.

La clave, el uso que se haga de la información

Porque, si lo pensamos bien, tampoco es un modelo de interacción muy diferente de otros como el de la salud. Acudimos al médico con nuestros datos y síntomas y aspiramos a que él diagnóstique la enfermedad y su tratamiento.

En definitiva, una vez más, la cuestión es que la captura de información por parte de la tecnología que nos acompaña y su procesamiento por los algoritmos puede usarse para el bien o para el mal. Y eso exige entender, dada la importancia de la eSalud, la necesidad de salvaguardar la protección de datos personales, la privacidad de los individuos, la seguridad, la ciberseguridad y todo lo relativo al buen uso de la información que se proporciona.

El año del Data lake sanitario

En salud digital estamos probablemente en el año del Data lake sanitario, un gran proyecto impulsado desde el estado y llamado a unificar la información sanitaria (y esperemos que social) de todos los españoles. Recogerá información de todas las Historias Clínicas Electrónicas (HCE) públicas (y esperemos que privadas también). De esta forma, se conseguirán importantes mejoras en la disponibilidad de la información para los profesionales sanitarios que la necesiten en el ejercicio de su trabajo, los propios pacientes, los centros de investigación, gestores sanitarios, etcétera.

Pero, además, se puede ir más allá. Porque ahí hay una promesa relacionada con la posibilidad de desarrollar una medicina personalizada y de precisión. Es más, se podría multiplicar la potencialidad del uso de los algoritmos en salud digital si a la información procedente de nuestras historias clínicas y sociales se añadiese la información que genera de forma continua la tecnología que nos acompaña.

Un ejercicio de ficción en salud digital

Hagamos un ejercicio de ficción en salud digital. Pensemos en  un algoritmo que tiene y procesa la información procedente de nuestra  HCE, incluida, posiblemente, la información genética. También tendría a su disposición nuestro tono de voz, ritmo cardiaco y tres cosas más que hoy no soy capaz de imaginar, tanto de forma histórica como en tiempo real. Con todo ello ese algoritmo sería capaz de predecir, con alta probabilidad, cuándo vamos a  sufrir un ictus y avisarnos para que fuéramos cuanto antes al hospital. Hoy puede parecernos pura especulación y lo es. Pero también se trata del campo de avance científico y tecnológico más prometedor que tenemos ante nosotros en este momento.

Aplicación de la inteligencia artificial al análisis de voz

Y ya hay gente trabajando en este futuro. Veamos la aplicación de la inteligencia artificial al análisis de la voz. Hay dos interesantes startups en España trabajando en ello. Una es tucuvi, que lo aplica a la monitorización domiciliaria de pacientes crónicos y la otra Accexible, que lo hace en el campo de la salud mental.

Se trata de un área en la que las grandes tecnológicas están haciendo movimientos importantes como la compra de Nuance por parte de Microsoft en 2021 o los planes de Amazon para introducir Alexa en los hospitales este año. También Bosh presentaba a principios de 2022 una tecnología de inteligencia artificial capaz de detectar el asma en niños a partir del análisis de la voz.

El ámbito de los wearables tampoco se queda atrás. Apple Watch incorpora de serie varios de estos algoritmos, que avisan de posibles problemas de salud subyacentes. Ya hace tiempo había entidades investigando cómo adelantarse a partir de la información de uno a través de estos dispositivos a la aparición de síntomas de enfermedades como el catarro común. Y el mes pasado leíamos la noticia de cómo podría haberse adelantado varios meses a la aparición de síntomas de hemiagenesia tiroidea en el caso de una enfermera australiana.

Idoven y Aerial, dos startups del ecosistema de innovación de Telefónica

Al menos dos startups del ecosistema de innovación de Telefónica están trabajando en este campo. Una de ellas es Idoven, de la que ya hemos escrito en este blog. Idoven tiene algoritmos relacionados con el diagnostico y seguimiento de enfermedades cardiovasculares, que pueden combinarse con wearables como el Apple Watch u otros más profesionales en su función.

La otra es Aerial, que permite obtener información e insights valiosos a partir de la interferencia de nuestro propio cuerpo con el WiFi doméstico .La tecnología de forma prácticamente invisible permite así, por ejemplo, la supervisión de un mayor no atendido en su domicilio por parte de un familiar o cuidador.

En definitiva, la tecnología que nos acompaña se ha vuelto imprescindible. Casi nadie suele estar en casi ningún momento del día a una distancia superior a tres o cinco metros de su dispositivo móvil. Y la combinación de la información que esta tecnología recoge con la de nuestras historias clínicas electrónicas y la potencialidad de los algoritmos abre el más importante campo de desarrollo de la salud digital en los próximos años.

Imagen: Rashad Solomon