La necesidad de priorizar la prevención frente a la curación en la prestación de los servicios sanitarios, así como de incrementar los cuidados conectados y las dificultades que está encontrando la sanidad española en el ámbito de la integración y la explotación de la información sanitaria son algunos de los aspectos que recoge el estudio Future Health Index 2017 España, elaborado por Philips en colaboración con el MIT Technology Review, que se presentaba a finales de junio.
El informe es resultado de una amplia encuesta a cerca de 1.500 ciudadanos y más de 200 profesionales sanitarios, y ha contado además con la realización de entrevistas a 25 expertos del sector. Su objetivo era hacer una radiografía de las percepciones sobre el acceso a la salud, la integración sanitaria y la adopción de tecnologías de salud conectadas.
Uno de los hallazgos clave del estudio -y es una buena noticia- es que parece que el tan conocido «es mejor cuidar que curar» ha calado ya más allá de los profesionales de la salud para llegar a todos nosotros. Tanto profesionales sanitarios como población en general piensan que deberían priorizarse los cuidados preventivos para que exista un equilibrio entre estos y la atención a enfermos. El 59 por ciento de los profesionales y un 51 por ciento de la población general comparten esta creencia.
La gestión remota de pacientes (Remote Patient Monitoring, RPM), de la que ya hemos escrito en otras ocasiones, es una de las principales alternativas tecnológicas existentes que puede favorecer este objetivo. Ayuda a los pacientes crónicos a evitar descompensaciones mediante el control remoto de sus constantes biomédicas, la respuesta a cuestionarios, el seguimiento de la medicación o la realización de videoconferencias con los profesionales sanitarios que llevan sus dolencias. Intervenciones asistenciales basadas en estas tecnologías reducen los episodios de descompensación y los ingresos hospitalarios.
Pero más allá de eso, se plantea la disyuntiva de si, en vez de tratar a los enfermos (preventivamente o no), no generaría mayores beneficios de salud y menor coste al sistema tratar a los sanos. Tanto profesionales como pacientes son mucho menos taxativos en este sentido ya que, según el estudio, solo el 13 por ciento de ambos grupos cree en la utilidad de la iniciativa. Sin embargo, como he comentado en algún artículo anterior, personalmente creo firmemente en que la aplicación de las TIC en el ámbito de la prevención mediante el fomento de hábitos de vida saludable entre la población sana es la única solución real en el largo plazo al problema de la sostenibilidad del sistema sanitario. Y, en este sentido, existen soluciones como la de Personal Health Management, de Telefónica e InitHealth, que ponen a disposición de los prestadores sanitarios, empresas, aseguradoras y ayuntamientos la posibilidad de desplegar programas de mejora de hábitos de vida saludables entre sus clientes, asegurados, empleados o ciudadanos.
En línea con lo anterior, otro de los hallazgos clave del estudio es el consenso existente en la necesidad de intensificar el uso de tecnologías de cuidados conectados, de lo que los anteriormente citados son ejemplos claros. Según el estudio, un 74 por ciento de la población general y un 78 por ciento de los profesionales sanitarios están de acuerdo en la importancia de los cuidados conectados para la prevención de los problemas médicos. Destacan sobre el global de los colectivos los pacientes cardiacos, más proclives a este tipo de soluciones.
Es curioso observar cómo entre las barreras para la adopción de estas tecnologías encontramos, junto a la tibieza del impulso político y visión cortoplacista que nos lastra, una opinión avalada por un 50 por ciento de la población general de que los cuidados conectados encarecerán el global de los cuidados sanitarios. Esta opinión no es secundada por los profesionales sanitarios entrevistados en el estudio y está refutada por la evidencia científica.
Adicionalmente, el conocimiento de las tecnologías de cuidados conectados es muy limitado entre la población general (25 por ciento). Sin embargo, existen estudios que han demostrado que, con la tecnología adecuada, no existe una barrera real para la adopción de estos sistemas entre poblaciones con edades avanzadas y falta previa de contacto con la tecnología.
Future Health Index 2017 España también presta una importante atención a los problemas relacionados con la descentralización y la falta de integración de nuestro sistema sanitario. Un 60 por ciento de los profesionales sanitarios ve como negativo el modelo actual de sanidad descentralizada a la hora de prestar un servicio sanitario integrado a los pacientes. Que el sistema sanitario esté integrado es importante para el 85 por ciento de la población general y el 96 por ciento de los profesionales sanitarios, ya que redundaría en una mejora de la calidad de los servicios recibidos.
Actualmente los niveles de integración y compartición de una información del paciente entre sistemas y actores sanitarios son bajos, e incluso están por debajo de la percepción que profesionales y pacientes tienen de ello (percepción de la integración de 57 sobre 100 frente a 28,9 sobre 100 que arrojan los estudios independientes citados por el estudio). Está claro que tanto en la integración de la información como en su compartición y explotación por parte de los distintos actores del sistema sanitario español existe un largo recorrido de mejora.
El acceso a la atención sanitaria, que también se analiza en profundidad en el estudio, se considera bueno. Nuestro actual sistema mixto y universal de salud satisface correctamente las necesidades de los pacientes según un 74 por ciento de los profesionales sanitarios y un 57 por ciento de la población en general. Sin embargo, todos los actores muestran su preocupación por la situación a medio plazo dada la tendencia al crecimiento continuado en la necesidad de servicios derivada del general envejecimiento de la población. Varios de los expertos entrevistados señalan que esto ya se trasluce en problemas como «las largas listas de espera, la sobresaturación de los servicios y la falta de recursos en el área de prevención».
Sin duda, el sistema sanitario ya se encuentra bajo presión y esta presión va a ser creciente. No faltan ideas para su transformación hacia un sistema más sostenible, pero sí planes decididos y realistas para acometer esta necesaria transformación.
Imagen: Tumisu / Pixabay